cáncer de endometrio

#El #cáncer de mama aumenta el riesgo de sufrir #cáncer de endometrio

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Un estudio, elaborado por los registros de cáncer poblacional de Girona y Tarragona con la colaboración del Instituto Catalán de Oncología de Girona y el Instituto de Investigación Biomédica de Girona, constata un riesgo aumentado de padecer cáncer de endometrio tras sufrir el de mama.

Un estudio constata un riesgo aumentado de padecer cáncer de endometrio en las mujeres que han sufrido un cáncer de mama. El estudio, elaborado entre los registros de cáncer poblacional de Girona y Tarragona y con la colaboración del Instituto Catalán de Oncología de Girona y del Instituto de Investigación Biomédica de Girona (IDIBGI), muestra el riesgo de diferentes tipos de cáncer ginecológico en las mujeres que han sufrido previamente un cáncer de mama. Este trabajo ha sido publicado recientemente por la revista científica Clinical Journal of Obstetrics and Gynecology .

En este estudio se incluyeron 9.717 casos de cáncer de mama diagnosticados entre los años 1980 y 2014 en mujeres residentes en las comarcas de Girona y que fueron seguidas hasta el mes de diciembre del año 2015. Así pues, la media de seguimiento de estas pacientes fue de ocho años.

El estudio consistió en identificar los cánceres ginecológicos (vulva, vagina, cuello uterino, cuerpo uterino y ovario) que algunas de estas mujeres desarrollaron después de su primer cáncer de mama. Al final del periodo de seguimiento, un total de 117 mujeres habían desarrollado un cáncer ginecológico.

Aumento significativo en cáncer de endometrio

De entre todos los tipos de cánceres ginecológicos, sólo se observó un aumento significativo en el riesgo de cáncer de endometrio (el tipo de cáncer de cuerpo uterino más frecuente) que se vio incrementado más del doble, un 128%, en comparación al riesgo de tener un cuerpo de útero en la población general.

Examinado por el subtipo de cáncer de cuerpo uterino, se observó que el incremento del riesgo se concentraba en los dos subtipos de peor pronóstico: en los adenocarcinomas tipo II y en los tumores mixtos epiteliales y mesenquimatosos. De hecho, en los adenocarcinomas tipo II el riesgo fue el doble que, en la población general, y en los tumores mixtos epiteliales mesenquimatosos, el riesgo fue más del triple que en la población general.

Estudios previos

Estudios realizados en otros países han obtenido resultados similares y, los resultados obtenidos en el estudio que aquí analizamos, constata que este incremento de riesgo también se da en la población de nuestro territorio. Estos hallazgos tienen una aplicación en la práctica médica de tal manera que debería aplicarse en la praxis diaria para hacer un seguimiento más exhaustivo de estas pacientes y, en las que desarrollan un segundo cáncer, para permitir un diagnóstico precoz y poder mejorar su supervivencia y calidad de vida.

 

#Inhibidores del PARP, un nuevo rumbo en el #cáncer de ovario

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La inmunoterapia se vislumbra claramente como una opción con un enorme potencial en cánceres ginecológicos.

Ana Santaballa

Mientras el conocimiento molecular ha marcado un antes y un después en la evolución de los tumores ginecológicos en los últimos años, la inmunoterapia se vislumbra claramente como una opción con un enorme potencial. Esa es, según Ana Santaballa, jefe de Sección de Cáncer de Mama y Tumores Ginecológicos del Servicio de Oncología Médica del Hospital La Fe, de Valencia, la situación actual de esta enfermedad, en cuyo abordaje se están dando muchos pasos adelante.

“El siguiente paso es ver cómo combinar los resultados de estos fármacos con la inmunoterapia”

“El gran avance en el conocimiento de la biología molecular de estos tumores, particularmente en cáncer de cérvix y cáncer de endometrio, que eran los grandes olvidados, ha permitido entender mejor la enfermedad. En el caso del tumor de endometrio, este mayor conocimiento ha permitido la identificación de diferentes subtipos con diferentes dianas, para las que la inmunoterapia puede ser muy prometedora y, de hecho, hay muchos ensayos clínicos en marcha. En cuanto al cáncer de cérvix, en el que también se han conseguido importantes progresos con la aplicación de la inmunoterapia, se está trabajando actualmente en el campo de las vacunas, con resultados muy interesantes”.

Un mayor conocimiento

Respecto al cáncer de ovario, está ofreciendo novedades destacables de la mano del mayor conocimiento del tumor y de la introducción de nuevas terapias: “La biología molecular ha hecho posible la identificación de dianas terapéuticas clave, como las mutaciones de BRCA o las deficiencias en la recombinación homóloga (un mecanismo de reparación del ADN), y, también, el desarrollo de tratamientos dirigidos, que han transformado totalmente el manejo de la enfermedad”, explica Santaballa, que es también vocal de la junta directiva de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).

Pero ha sido la introducción de los inhibidores del PARP lo que ha hecho posible cambiar la historia natural de este tumor. “Esta terapia está indicada y aprobada ya por las agencias reguladoras como tratamiento de mantenimiento tras una quimioterapia basada en platino en la recaída. El beneficio en recaída se ha demostrado tanto para pacientes con mutaciones de BRCA como para aquellos sin mutaciones, aunque la magnitud de este beneficio es mucho mayor para las pacientes portadoras de mutaciones en BRCA. Tras los datos en recaída, se diseñaron estudios en primera línea, con mantenimiento tras quimioterapia basada en platino. Los primeros datos fueron los del estudio SOLO 1 con olaparib, en el que se demostró que el fármaco reducía en un 70% el riesgo de recaída en los pacientes con BRCA mutadas. Olaparib en primera línea está aprobado ya por la EMA”.

Estudios reveladores

La eficacia de esta terapia está avalada por tres investigaciones, tal como explica Santaballa: “En ESMO 2019 se presentaron los datos de los estudios Prima, Paola y Velia con inhibidores de PARP en primera línea. El estudio Prima ha demostrado que con el uso de niraparib como terapia de mantenimiento tras una primera línea de quimioterapia se logra una disminución en el riesgo de progresión o muerte de un 38% para todas las pacientes, siendo el beneficio mayor en aquellas pacientes portadoras de una mutación en BRCA, donde asciende el beneficio hasta un 60% (similar al observado en SOLO 1). El estudio Paola confirmó el beneficio de añadir olaparib a una primera línea estándar de quimioterapia con platino y bevacizumab. En el Velia con veliparib, que tiene un diseño algo diferente a los otros dos, ya que se trata de un estudio de cuatro ramas donde también se analiza la concomitancia con quimioterapia del Iparp, no sólo se demuestra el mantenimiento sino también el beneficio del Iparp, aunque parece que la mejor forma de administrarlo sería en mantenimiento, ya que la concomitancia con la quimioterapia es mucho más tóxica”.

Respecto a las líneas de investigación en este tumor, la especialista hace hincapié en el papel protagonista de la inmunoterapia. “El principal reto en este sentido va a ser cómo integrarla ante los nuevos resultados de los inhibidores del PARP en primera línea. Otro de nuestros retos es conocer más aspectos de la biología tumoral para identificar mejores biomarcadores que permitan tratar realmente a las pacientes que se van a beneficiar y no a todas, contribuyendo así también a la sostenibilidad del sistema”.

#Evalúan #biomarcadores moleculares en citologías para detectar #cáncer de endometrio

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Añadir análisis con marcadores genómicos, epigenómicos o proteómicos podría mejorar la detección tanto en pacientes sintomáticas como en programas preventivos, según investigadores del Instituto Catalán de Oncología (ICO) y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell)

Grupo Screenwide.

Dada la continuidad anatómica del cuello del útero y la cavidad uterina, el análisis mediante marcadores moleculares del material biológico proveniente de las citologías cervicales -utilizadas de rutina en los programas de prevención del cáncer de cérvix-, así como de otras pruebas de muestreo no invasivas, supone una valiosa oportunidad para mejorar la detección precoz del cáncer de la cavidad uterina, en especial del de endometrio.

Así lo entiende el grupo multidisciplinar de investigación Screenwide, compuesto por investigadores del Instituto Catalán de Oncología (ICO) y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell), que tiene como objetivo el desarrollo de herramientas de detección precoz y cribado del cáncer de endometrio y de ovario. Laura Costas, investigadora de la Unidad de Epidemiología Molecular y Genética en Infecciones y Cáncer del ICO y el Idibell, remarca que “en muestras de citología cervical, estos marcadores moleculares han demostrado sensibilidad en la detección del cáncer del tracto genital superior, de endometrio e incluso de ovario”, y también que su uso “ha sido posible gracias a la introducción de la citología en base líquida, ya que no lo era con la citología convencional”.

Laura Costas, investigadora en el ICO y el Idibell.

A falta de cribado del cáncer de endometrio, las estrategias de detección actuales se circunscriben a las mujeres de alto riesgo y a las sintomáticas, ya que el 90% de los casos presentan sangrado anormal. En ellas, la toma de muestras de tejido endometrial mediante aspirado (más invasivo que la citología) conduce al diagnóstico histológico clásico. Sin embargo, una de cada cinco tentativas de aspirado endometrial resulta infructuosa –por mal acceso a la cavidad uterina o por material insuficiente-, lo que obliga a procedimientos más invasivos, como la histeroscopia.

“Evidentemente, en estas mujeres sintomáticas –subraya Costas- sería muy beneficioso añadir análisis moleculares a la citología cervical. Pero estas pruebas nos permiten ir más allá en la detección precoz de este cáncer, tanto en mujeres de alto riesgo, como las que sufren síndrome de Lynch, portadoras de una mutación genética que confiere mayor riesgo, como en asintomáticas”.

Vacíos en el conocimiento

En el último trabajo del grupo Screenwide, publicado en International Journal of Cancer, revisan todos los estudios aparecidos hasta el momento con marcadores genómicos, epigenómicos y proteómicos, que demuestran su capacidad para detectar el cáncer de endometrio –con mayor sensibilidad que especificidad- a partir de muestras poco invasivas. No obstante, los autores también han detectado “vacíos en el conocimiento” que deben resolverse para avanzar en la implementación de estas tecnologías, “como la detección eficaz en la enfermedad preneoplásica o precoz, el coste-efectividad de estos métodos en distintos grupos de población o la detección en otros tipos de muestra no invasivos, como la autotoma”.

La autotoma (self-sampling en inglés) es una muestra cervicovaginal que se toma la propia paciente y que ya ha demostrado gran utilidad en la detección del cáncer de cérvix, tanto en algunos países (Países Bajos) como en mujeres que no acuden a cribado. Falta ahora por comprobar su utilidad en cáncer endometrial.

Costas señala que este estudio se enmarca en el trabajo continuado del equipo Screenwide –formado por epidemiólogos, ginecólogos, oncólogos, patólogos, biólogos y genetistas- para el desarrollo de herramientas de detección precoz eficaces. El principal logro desde su creación, en 2016, es la puesta en marcha de un estudio de casos y controles, financiado por el Instituto de Salud Carlos III, en el que participan más de 500 mujeres –“aunque el reclutamiento sigue abierto”- y que cuenta con un repositorio de 1.700 muestras biológicas.

En el grupo de estudio colaboran mujeres con cáncer de endometrio, de ovario, con alto riesgo y sin nada de ello, de las que se han recogido muestras de sangre, autotoma, citología, aspirado y, en caso de haber sido intervenidas, de la pieza quirúrgica. “Todos estos tipos de muestras son la base sobre la que estamos testando diversos biomarcadores moleculares. Nosotros nos centramos en la genómica, pero colaboramos con otros grupos de investigación que trabajan con marcadores epigenómicos y proteómicos. El objetivo común es desarrollar nuevos instrumentos eficaces para la detección precoz del cáncer de endometrio y de ovario”, recalca Laura Costas.

A nivel internacional, el grupo Screenwide cuenta con la colaboración del Consorcio de Epidemiología del Cáncer de Endometrio, la Universidad Johns Hopkins de Baltimore y el Proyecto Forecee (dirigido a la predicción del riesgo de cáncer de mama y ginecológico), así como del Valle de Hebrón Instituto de Investigación (VHIR) entre otras colaboraciones nacionales.

#Câncer do útero (#Câncer de endométrio)

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O Autoexame

Por Pedro T. Ramirez, MD, Professor, Department of Gynecologic Oncology and Reproductive Medicine, David M. Gershenson Distinguished Professor in Ovarian Cancer Research, and Director of Minimally Invasive Surgical Research and Education, The University of Texas MD Anderson Cancer Center
David M. Gershenson, MD, Professor and Chairman, Department of Gynecologic Oncology and Reproductive Medicine, The University of Texas MD Anderson Cancer Center

O câncer do útero se desenvolve no revestimento do útero (endométrio), portanto também é chamado de câncer do endométrio.

  • O câncer de endométrio geralmente afeta mulheres após a menopausa.

  • Às vezes, causa sangramento vaginal anormal.

  • Para diagnosticar esse câncer, os médicos removem uma amostra de tecido do endométrio para ser analisada (biópsia).

  • Geralmente, o útero e as trompas de Falópio são removidos, muitas vezes seguido por radioterapia e, às vezes, por quimioterapia.

A maioria dos cânceres do útero começa no revestimento do útero (endométrio), e são mais precisamente chamados de câncer de endométrio (carcinoma). Nos Estados Unidos, é o câncer ginecológico mais comum e o quarto câncer mais comum entre as mulheres. Uma em cada 50 mulheres tem câncer de endométrio. Esse tipo de câncer geralmente se desenvolve após a menopausa, mais frequentemente em mulheres entre 50 a 60 anos de idade. Mais de 90% dos casos ocorrem em mulheres com mais de 50 anos.

Mais de 80% dos cânceres de endométrio são adenocarcinomas, o que significa que se desenvolvem a partir de células da glândula. Menos de 5% dos cânceres no útero são sarcomas. Esses cânceres se desenvolvem a partir de tecidos conjuntivos e geralmente são mais agressivos.

Existem dois tipos de adenocarcinomas de endométrio:

  • Cânceres tipo I são mais comuns, respondem ao estrogênio e não são muito agressivos. Geralmente ocorrem em mulheres mais jovens ou obesas ou em mulheres atravessando a perimenopausa (os anos antes e o ano após a última menstruação).

  • Os cânceres tipo II são mais agressivos e geralmente ocorrem em mulheres mais velhas. Cerca de 10% dos cânceres de endométrio são do tipo II.

Causas

O câncer de endométrio é mais comum em países desenvolvidos, onde a dieta é rica em gordura.

Os fatores de risco mais importantes para o câncer de endométrio são

  • Obesidade

  • Diabetes

  • Pressão arterial alta (hipertensão)

Outros fatores aumentam o risco, porque resultam num alto nível de estrogênio, mas não progesterona. Elas incluem o seguinte:

  • Iniciar os períodos menstruais (menarca) precocemente, atingir a menopausa após os 52 anos de idade, ou ambos

  • Ter problemas menstruais relacionados à liberação do óvulo (ovulação — Problemas com ovulação), geralmente com sintomas como sangramento excessivo durante os períodos, manchas entre os períodos ou intervalos longos sem períodos

  • Não ter filhos

  • Ter tumores que produzem estrogênio

  • Tomar medicamentos que contenham estrogênio, como a terapia com estrogênio sem progestina (medicamento sintético semelhante ao hormônio progesterona), após a menopausa

O estrogênio promove o crescimento do tecido e a divisão celular rápida no revestimento do útero (endométrio). A progesterona ajuda a equilibrar os efeitos do estrogênio. Os níveis de estrogênio são altos durante parte do ciclo menstrual. Assim, ter mais períodos menstruais durante toda a vida pode aumentar o risco de câncer de endométrio. O tamoxifeno, um medicamento usado no tratamento do câncer de mama, bloqueia os efeitos do estrogênio na mama, mas tem os mesmos efeitos do estrogênio no útero. Assim, esse medicamento pode aumentar o risco de câncer de endométrio. Tomar anticoncepcionais orais que contenham estrogênio e progestina parece reduzir o risco de câncer de endométrio.

Outros fatores de risco incluem o seguinte:

  • Ter tido ou ter um familiar com câncer de mama, ovários ou possivelmente do intestino grosso (cólon) ou no revestimento do útero

  • Ter sido submetido a radioterapia direcionada na pelve

  • Usar tamoxifeno por mais de cinco anos

Em até 10% das mulheres com câncer de endométrio, a hereditariedade é importante.

Sintomas

Sangramento anormal da vagina é o sintoma inicial mais comum. Sangramento anormal inclui

  • Sangramento após a menopausa

  • Sangramento entre os períodos menstruais

  • Períodos que são irregulares, intensos ou mais longos que o normal

Uma entre três mulheres com sangramento vaginal após a menopausa tem câncer de endométrio. Mulheres que têm sangramento vaginal após a menopausa devem consultar um médico imediatamente. Uma secreção aquosa tingida de sangue também pode ocorrer. Mulheres na pós-menopausa podem ter secreção vaginal durante várias semanas ou meses, seguido de sangramento vaginal.

Diagnóstico

Os médicos podem suspeitar de câncer de endométrio se as mulheres tiverem sintomas típicos ou se os resultados de um exame de Papanicolau (Pap), geralmente feito como parte de um exame de rotina, forem anormais. Se houver suspeita de câncer, os médicos tiram uma amostra de tecido do endométrio (biópsia endometrial) em seu consultório e enviam a um laboratório para análise. Uma biópsia endometrial detecta com precisão o câncer de endométrio em mais de 90% dos casos.

Se o diagnóstico ainda for incerto, os médicos raspam o tecido do revestimento uterino para análise — um procedimento chamado de dilatação e curetagem (D e C — Procedimentos diagnósticos : Dilatação e curetagem). Ao mesmo tempo, os médicos geralmente analisam o interior do útero com um tubo de visualização fino e flexível inserido através da vagina e do colo do útero em um procedimento chamado de histeroscopia. Como alternativa, um dispositivo de ultrassom pode ser inserido através da vagina até o útero (chamado de ultrassonografia transvaginal) para avaliar as anomalias.

Se for diagnosticado câncer de endométrio, alguns ou todos os procedimentos a seguir podem ser realizados:

  • Exames de sangue

  • Testes de função renal e hepática

  • Radiografia do tórax

  • Eletrocardiograma

Se os resultados do exame físico ou outros testes sugerirem que o câncer se espalhou para além do útero, será feita uma tomografia computadorizada (TC). Às vezes, outros procedimentos são necessários. O estadiamento se baseia nas informações obtidas a partir desses procedimentos e durante a cirurgia para remoção do câncer.

Os estádios se baseiam em quanto o câncer se espalhou:

  • Fase I: O câncer ocorre somente na parte superior do útero, não na parte inferior (colo do útero).

  • Fase II: O câncer se espalhou para o colo do útero.

  • Fase III: O câncer se espalhou para os tecidos ao redor, para a vagina ou para os linfonodos, mas ainda está dentro da pelve (que contém os órgãos reprodutores internos, a bexiga e o reto).

  • Fase IV: O câncer se espalhou para a bexiga, para o intestino ou para órgãos distantes.

Prognóstico

Se o câncer de endométrio for detectado precocemente, cerca de 70 a 95% das mulheres com a doença sobrevivem pelo menos cinco anos, e a maioria é curada. O prognóstico é melhor para as mulheres cujo câncer não tenha se espalhado além do útero. Se o câncer crescer de forma relativamente lenta, o prognóstico também é melhor. Menos de um terço das mulheres com esse tipo de câncer morrem.

Tratamento

Histerectomia, a remoção cirúrgica do útero, é a base do tratamento para mulheres com câncer de endométrio. Se o câncer não tiver se espalhado além do útero, a remoção do útero, além de remoção das trompas de Falópio e dos ovários (salpingo‑ooforectomia) quase sempre cura o câncer. A não ser que o câncer esteja muito avançado, a histerectomia melhora o prognóstico. Os linfonodos da região geralmente são removidos ao mesmo tempo. Esses tecidos são examinados por um patologista para determinar se o câncer se espalhou e, nesse caso, até que ponto se espalhou. Com essas informações, os médicos podem determinar se é necessário tratamento adicional (quimioterapia, radioterapia ou progestina) após a cirurgia.

No caso de câncer muito avançado, o tratamento varia, mas geralmente envolve uma combinação de cirurgia, radioterapia, quimioterapia e, ocasionalmente, progestinas (medicamentos sintéticos similares ao hormônio progesterona).

Radioterapia pode ser aplicada após a cirurgia caso permaneçam algumas células cancerosas não detectadas. Se o câncer tiver se espalhado para o colo do útero ou para fora do útero, a radioterapia geralmente é recomendada após a cirurgia. Em alguns casos (assim como quando o câncer se espalhou para o colo do útero, um ovário ou linfonodos), cirurgia e radioterapia resultam em melhor prognóstico.

Se o câncer tiver se espalhado além do útero e colo do útero ou se for recorrente, medicamentos para quimioterapia (como carboplatina, cisplatina, doxorrubicina e paclitaxel) podem ser usados ​​no lugar da radioterapia ou às vezes associados a ela. Esses medicamentos reduzem o tamanho do câncer e controlam sua propagação em mais da metade das mulheres tratadas. No entanto, são tóxicos e têm muitos efeitos colaterais.

Às vezes são usadas progestinas. Esses medicamentos são muito menos tóxicos que medicamentos para quimioterapia.

Se os sintomas da menopausa, como ondas de calor e secura vaginal, tornarem-se incômodos após a remoção do útero, hormônios como o estrogênio, progestina, ou ambos, podem ser administrados para alívio. Esse tratamento é seguro e não aumenta o risco de desenvolver o câncer de novo.

#Cáncer de endometrio: los #factores de riesgo cardiovascular son prevalentes en el momento del diagnóstico

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Punto clave

  • Las mujeres con cáncer de endometrio presentan una prevalencia más elevada de obesidad, hiperglucemia e hipercolesterolemia que las mujeres sin la enfermedad.

Por qué es importante

  • La enfermedad cardiovascular presenta un riesgo de mortalidad importante en las mujeres con cáncer de endometrio.
  • La detección temprana y la atenuación de los factores de riesgo cardiovascular pueden mejorar los desenlaces en estas mujeres.

Diseño del estudio

  • En un estudio de casos y controles se evaluó a 150 mujeres consecutivas con cáncer de endometrio de diagnóstico reciente y a 746 mujeres de control emparejadas por edad y etnia.
  • Financiación: Instituto Nacional para la Investigación Sanitaria de Reino Unido.

Resultados clave

  • En comparación con las mujeres de control, las mujeres con cáncer de endometrio presentaban en mayores proporciones obesidad (60,7 % frente al 32,4 %; P < 0,0001), hiperglucemia (57,2 % frente al 11,5%, P = 0,0001) y elevación del índice entre el colesterol total y el de las lipoproteínas de alta densidad (26,7 % frente al 13,7 %; P = 0,0002).
  • Significativamente más mujeres con cáncer de endometrio presentaban factores de riesgo cardiovascular que se habían detectado mediante cribado o que se habían infratratado (88,7 % frente al 54,3 %, P < 0,0001).
  • El 12,6 % de las mujeres con cáncer de endometrio presentaba, frente al 8,8 % de las mujeres de control, una mediana superior de puntuación del riesgo de enfermedad cardiovascular a los 10 años (P = 0,0001).
  • La optimización de los factores de riesgo cardiovascular resultará en una reducción porcentual absoluta del 1,8 % en el riesgo cardiovascular en las mujeres con cáncer de endometrio frente al 0,7 % en las mujeres de control.

Limitaciones

  • Posibles errores de clasificación.

Kitson SJ, Lindsay J, Sivalingam VN, Lunt M, Ryan NAJ, Edmondson RJ, Rutter MK, Crosbie EJ. The unrecognized burden of cardiovascular risk factors in women newly diagnosed with endometrial cancer: A prospective case control study. Gynecol Oncol. 2017 Nov 24 [Epub ahead of print]. doi: 10.1016/j.ygyno.2017.11.019. PMID: 29174567

#Las mujeres con altos niveles de #cadmio tienen más riesgo de padecer #cáncer de endometrio (PLoS One)

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Este metal está presente en alimentos como los riñones, mariscos o moluscos.

Investigadores de la University of Missouri (Estados Unidos) han descubierto que las mujeres con altos niveles de cadmio, un metal que está presente en los alimentos como los riñones, mariscos o moluscos, tienen más riesgo de padecer cáncer de endometrio.

Y es que, según han informado los científicos, este metal produce en el cuerpo efectos similares a los producidos por los estrógenos y, precisamente, la exposición a los mismos ya se ha asociado a la aparición de cáncer de endometrio.

Para conocer el vínculo entre los niveles altos de cadmio y el cáncer de endometrio, los científicos, cuyo trabajo ha sido publicado en la revista “PLOS One”, analizaron los registros que había sobre este tumor en Missouri, Arkansas y Iowa. En total, estudiaron a 631 mujeres con antecedentes de este cáncer y 879 mujeres sin antecedentes.

A todas ellas, se pidió que completaran una encuesta de más de 200 preguntas sobre los factores de riesgo potencialmente asociados con el cáncer de endometrio. Una vez que completaron el cuestionario, se les envió un kit para recolectar muestras de orina y saliva y conocer los niveles de cadmio.

Así, al comparar los datos entre el grupo de pacientes con cáncer y el grupo control, los científicos encontraron que el riesgo de este tumor aumentaba significativamente conforme se incrementaban los niveles de cadmio.

“Encontramos que la tasa de incidencia de cáncer de endometrio aumentó en un 22% en individuos con niveles de cadmio aumentados”, han detallado los expertos.

Por todo ello, los expertos han recomendado comer con moderación los alimentos que contienen este metal, especialmente aquellas mujeres que tienen una predisposición al cáncer endometrial, como una historia familiar, diabetes u obesidad.