MADRID, ESP. Entre los efectos colaterales derivados de la pandemia por SARS-CoV-2 se encuentran la ralentización y en muchos casos la suspensión de la atención y el seguimiento de un buen número de patologías. Un ejemplo es el caso de los tumores cutáneos.
Con el objetivo de determinar el impacto de la pandemia sobre este tipo de cánceres se puso en marcha un estudio becado por la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV) dirigido a medir el efecto que este retraso ha podido tener en el diagnóstico y tratamiento de lesiones cutáneas graves en general y del melanoma y los carcinomas de células escamosas en particular.[1]
Los resultados del estudio referentes al melanoma se han publicado en el Journal of European Academy of Dermatology and Venereology, y los datos sobre ambos tipos de cáncer cutáneo están en proceso de publicación en Actas Dermo-Sifioliográficas.
“Desde el inicio del confinamiento, decretado el 14 de marzo, la mayor parte de los recursos sanitarios se dedicó a los pacientes COVID-19. La mayoría de los servicios pasó a atender mediante telemedicina, o simplemente aplazó sus citas, porque sus miembros estaban destinados en las plantas en las que se trataba a los afectados por el SARS-CoV-2”, declaró a Medscape en español el Dr. Antonio Tejera-Vaquerizo, dermatólogo del Instituto Dermatológico GlobalDerm, y autor principal del estudio.
“Al igual que ocurrió en otras especialidades, nosotros nos planteamos qué iba a pasar con los pacientes con cáncer de piel si no estaban siendo vistos ni operados, debido tanto a estas circunstancias como a las reticencias a acudir al médico por miedo al contagio”.
Modelo de crecimiento exponencial
El Dr. Tejera-Vaquerizo explicó que para realizar una aproximación lo más real posible se establecieron cálculos basados en el crecimiento de los tumores cutáneos que más fallecimientos provocan, como el melanoma, como primera causa (con más de 1.000 fallecimientos anuales en España) y el carcinoma de células escamosas como segunda causa (aproximadamente 400 fallecimientos anuales en nuestro país).
“Los tumores cutáneos se diferencian de los tumores internos en que son visibles y, por tanto, la mayoría de los pacientes recuerda desde cuándo los tiene. Esta información de tiempo de evolución, aunque subjetiva, se ha revelado en diversas publicaciones como un dato bastante creíble”.
“Con estos datos de evolución, y extrapolando cómo sería su tamaño inicial, se determinó para cada tumor su función de crecimiento exponencial y, con ello, se hizo una extrapolación de lo que pasaría con su tamaño en los meses siguientes. Esta estimación ha permitido determinar cómo serían los tamaños y grosores de estos tumores con una demora de 1, 2 y 3 meses”, comentó el autor principal del estudio.
Para llevar a cabo esta aproximación se utilizaron las bases de datos del Instituto Valenciano de Oncología y la información procedente de Squamata, un proyecto multicéntrico para el estudio de factores pronósticos de carcinomas de células escamosas en el que participan: Hospital Universitari Clínic Barcelona y Hospital Universitari Vall d’Hebron (Barcelona); Hospital Universitari Germans Trias i Pujol (Badalona); Hospital de Oviedo, Hospital Virgen Macarena (Sevilla); Hospital de Turín (Italia) y la Unidad de Investigación de la Academia Española de Dermatología y Venereología.
Concretamente, se analizaron los datos de 200 pacientes con carcinoma de células escamosas en la región de la cabeza y el cuello y de 1.000 pacientes con melanoma cutáneo, estimando el crecimiento de ambos tipos de tumores a través del modelo exponencial.
Importante impacto en la sobrevida
Para los autores, el principal hallazgo consistió que en una situación hipotética en la que se demore al menos un mes la extirpación de melanomas o carcinomas de células escamosas aumenta de forma considerable la frecuencia de tumores grandes o gruesos, con el consiguiente incremento de la mortalidad.
“Estos resultados son preocupantes, ya que reflejan que en un escenario en que toda la población se encuentre recluida y no se estén diagnosticando ni tratando este tipo de lesiones”, dijo el Dr. Tejera-Vaquerizo.
“Se estima que para los carcinomas de células escamosas un mes de retraso en el diagnóstico supone una pérdida en la sobrevida de hasta 4 puntos a los 2 años, y de 5 puntos a los 5 años. Si el retraso se prolonga a los 3 meses, esta cifra cae a 7 y 8 puntos, respectivamente”.
La situación es similar e incluso más negativa en el caso del melanoma, ya que el retraso de un mes en el diagnóstico se traduce en una pérdida de 6 puntos en la sobrevida a los 5 años y de 7 puntos a los 10 años. “Si el diagnóstico se hace 3 meses más tarde, la sobrevida cae en 13 puntos a los 5 años y en 15 puntos a los 10 años”, añadió el experto.
Aplicando de forma más gráfica los datos a la realidad de estos pacientes en España, el Dr. Tejera-Vaquerizo explicó que considerando que la sobrevida global en el caso del melanoma es de 85% a los 5 años (aunque con los nuevos tratamientos las cifras pueden ser mejores), un mes de retraso en el diagnóstico reduciría este dato a menos de 79% a los 5 años, y a 71% a los 10 años.
En los carcinomas de células escamosas la sobrevida es superior a 86% a los 2 años y a 80% a los 5 años, así que retrasar un mes su detección la reduce a 82% y a 75%, respectivamente.
Sobre la posibilidad de extrapolar estos resultados a otros tipos de cáncer de piel, el Dr. Tejera-Vaquerizo apuntó que se pueden aplicar al resto de tumores cutáneos no melanomas, como carcinomas de células de Merkel o carcinomas en general. Sin embargo, “en este trabajo nos hemos centrado en los dos tipos que provocan más mortalidad”.
Asimismo, el especialista confirmó que esta investigación va a tener continuidad en el tiempo y que de hecho ya está en marcha: “Este estudio es una estimación matemática, en un escenario de demora completa de toda la población (esta es una de sus debilidades, ya que no se ajusta a la realidad, pues algunos pacientes han sido valorados física o telemáticamente)”.
“Ahora toca analizar el efecto real que ha tenido el confinamiento en estas patologías, y para ello ya se está realizando un estudio multicéntrico en España, con 16 centros involucrados, en el que se van a comparar tanto el número de tumores intervenidos como su grosor y estadiaje durante el trimestre posterior al confinamiento y el mismo periodo del año pasado. Además se intentará analizar las distintas causas de este retraso a fin de diseñar estrategias de futuro ante nuevos confinamientos”, destacó.
Consecuencias indirectas: no todo es COVID-19
Al referirse al panorama asistencial de estos pacientes, así como al que se perfila una vez superada la actual crisis sanitaria, la Dra. Margarita Majem, del Servicio de Oncología Médica del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona, quien no participó en el estudio, comentó a Medscape en español cómo, con motivo de la pandemia, se ha observado un paro en los circuitos de diagnóstico tanto de los tumores cutáneos como en otras patologías.
“Esto podría tener consecuencias en la sobrevida de los pacientes, como apunta el estudio. De hecho, durante la pandemia el número de primeras visitas en los servicios de oncología médica ha disminuido mucho, concretamente, en más de 80% – 90%, debido a que prácticamente no se ha operado a pacientes oncológicos y no se han realizado pruebas de imagen ni biopsias. Por consiguiente, esto también va a incrementar las listas de espera, tanto para la realización de pruebas como para las intervenciones”, señaló la especialista.
En cuanto a las consecuencias de esta situación, la Dra. Majem destacó que las primeras visitas de las consultas externas de la mayoría de los servicios se han retrasado, mientras que las consultas de seguimiento se han llevado a cabo de manera telemática “lo que implica que en algunos pacientes con melanoma se puede haber retrasado el diagnóstico, con el riesgo de un mayor grosor que ello conlleva”.
“También hemos observado que los pacientes con enfermedad avanzada llegan a nuestras consultas con mayor carga tumoral y están más sintomáticos. Todo esto puede tener consecuencias, como aumento de los estadios de melanoma, que a su vez va a repercutir en los costos sanitarios”.
Por su parte, el Dr. Tejera-Vaquerizo hizo hincapié en que si bien durante los últimos meses se ha informado mucho sobre la infección por SARS-CoV-2 y sus efectos, se habla muy poco de las posibles consecuencias indirectas que va a suponer la desatención de otras patologías, como las oncológicas.
“Aunque la cirugía oncológica sigue activa, estamos asistiendo de forma alarmante a una disminución en la atención de personas con procesos graves, probablemente debido a una decisión de los propios pacientes, que por miedo al contagio de COVID-19, no acuden o retrasan la consulta con el dermatólogo al detectarse una lesión en la piel, ya que interpretan que la valoración de estas alteraciones cutáneas malignas se puede demorar, dadas las circunstancias actuales”, puntualizó.
Telemedicina: un valor seguro en la era pospandemia
Tanto en la gestión de la crisis sanitaria como en el escenario asistencial que se perfila a corto-medio plazo, la telemedicina está desempeñando un papel protagonista, que es aún más relevante en el caso de las patologías cutáneas.
“La telemedicina ha supuesto para muchos centros el único nexo de comunicación con el paciente. Se ha terminado de implantar en aquellos centros que no la tenían, y se ha potenciado en los que ya disponían de este servicio. De hecho, una parte del estudio actualmente en marcha se centrará en evaluar si los centros con telemedicina implantada han tratado lesiones más precoces que los que no disponen de esta prestación”, afirmó el Dr. Tejera-Vaquerizo.
Asimismo, el clínico destacó que en la situación posterior a la pandemia, la telemedicina va a implementarse de forma progresiva, lo que en el caso de los tumores cutáneos irá acompañado de medidas como la teledermatología, para facilitar el acceso de los pacientes a estos especialistas, además de la promoción de la autoexploración cutánea, que puede ayudar a prevenir retrasos en el diagnóstico.
Por su parte, la Dra. Majem explicó que actualmente en la Sociedad Española de Oncología Médica se realiza entre los socios una Encuesta sobre el uso de telemedicina en tiempos de COVID-19:[2] “Los resultados nos permiten constatar que 100% de los encuestados ha utilizado alguna herramienta de telemedicina, principalmente la llamada telefónica o el correo electrónico, lo que demuestra que el empleo de estas herramientas ha sido bien aceptado entre los oncólogos. Sin embargo, el uso de videollamadas ha sido muy escaso. En línea con esto, desde la Sociedad Española de Oncología Médica hemos creado un grupo de trabajo sobre telemedicina en oncología médica”.
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Citar este artículo: El confinamiento por COVID-19 afecta al diagnóstico y empeora el pronóstico de los tumores cutáneos – Medscape – 4 de jun de 2020.