Michael Gorman se rehusaba a ver un médico, aun cuando su peso tuvo un repunte que sobrepasó los 226 kg. Ya no podía ir a los cines que tuvieran sillas con soporte para el brazo ni hacer vuelos prolongados porque no podía entrar en los baños del avión. Había tenido sobrepeso desde la infancia, y en su experiencia los médicos solamente lo avergonzaban.
“Comencé a darme cuenta de que acudir al médico significaba ir a que me dieran un sermón sobre mi peso, así que dejé de ir, salvo en caso de urgencias graves”, dice.
No fue sino hasta que este comerciante de 46 años de Providencia, Rhode Island, se percató de que su obesidad podría reducir su vida que decidió bajar de peso. Quería vivir el tiempo suficiente para cuidar a sus padres, así que sabía que tenía que hacer un cambio espectacular. En vez de recurrir a su médico, realizó su propia investigación y decidió adoptar una dieta cetogénica en el invierno de 2017.
No fue fácil. Se iba a la cama temprano para evitar los retortijones de hambre y a veces lloraba hasta quedarse dormido.
Hoy en día, casi 3 años después, ha bajado más de 118 kilos. Por lo general no come entre el medio día y las 9 a. m. del siguiente día, trabaja 5 a 6 días a la semana. Acude a su médico dos veces al año para chequeos, pero dice que en realidad le da consejos a él acerca de cómo bajar de peso. Su médico se le ha unido y ha adoptado una dieta cetogénica, dice Gorman.
Falta de conocimiento
La obesidad es una de las enfermedades crónicas más comunes en Estados Unidos y sin embargo, una de las que más es objeto de infratratamiento.[1] Y esto solo va a empeorar, pues para el año 2030 se predice que casi la mitad de los estadounidenses adultos tendrá obesidad; en la actualidad esta afecta a 40%.[2]
Uno de los motivos por los que los médicos de atención primaria tienen dificultades para tratar con éxito a pacientes con obesidad ―sobre todo obesidad extrema― es que muchos no saben cómo, señala el Dr. Scott Kahan, maestro en salud pública, director del National Center for Weight and Wellness, en Washington, D.C.
En las facultades de medicina por lo general no se enseña a estudiantes cómo tratar la obesidad, señala el Dr. Kahan, y la American Medical Association ni siquiera reconocía la obesidad como una enfermedad crónica hasta 2013.
Dra. Fatima Cody Stanford
“No se me ocurre otra enfermedad que, si se trata, ayude a los pacientes a hacer frente a tantos otros padecimientos”, indica la Dra. Fatima Cody Stanford, maestra en salud pública, especialista en obesidad en el Massachusetts General Hospital y miembro del profesorado de la Harvard University Medical School, en Boston. Sin embargo, hay una escasez mundial de programas de educación en obesidad para estudiantes de medicina, residentes y médicos de base, aunque a menudo mejoren los resultados cuando se administran.[3]
Para abordar esto, la Obesity Medicine Education Collaborative, una iniciativa conjunta de varias sociedades médicas, ha creado 32 competencias para integrarlas en la formación médica sobre la obesidad en una fase más temprana y mejorar la formación. Se cuenta con recursos adicionales de Centers for Disease Control and Prevention y National Institutes of Health. Sin embargo, los médicos en ejercicio en gran medida se las arreglan ellos mismos para capacitarse.
Me estremeció en lo más hondo
Hasta que se le diagnosticó gota, Steven Ray veía a su médico únicamente por resfriados, influenza y cuestiones rutinarias. Aun cuando pesaba hasta 167 kg, este individuo de 31 años de edad de Tuscaloosa, Alabama, dijo que no tenía problemas de salud relacionados con la obesidad.
Había bajado de peso muchas veces poniéndose a dieta, pero siempre recuperaba los kilos y más. El gerente de la propiedad finalmente no pudo subir una escalera y no podía transportarse cómodamente en la mayoría de los vehículos. Sin embargo, había aceptado su obesidad hasta que se le diagnosticó gota. Investigó las complicaciones de la gota y la obesidad, y se percató de que le deparaba un futuro de nefropatía, diabetes, artralgias y más.
“Realmente me estremeció en lo más hondo y me hizo decidir despertar y bajar de peso”, dice Ray.
Su médico lo puso a una dieta estricta de 1.400 calorías al día. Ahora Ray suele omitir el desayuno y de almuerzo come muslo de pollo asado y salmón. Toma un refrigerio vespertino de frutos secos mixtos y termina el día con una cena a base de una papa horneada o un tazón de avena. También camina una hora o más diariamente y levanta pesas. “Literalmente de la noche a la mañana pasé de ser un rey del sofá a un guerrero del ejercicio”, señala.
En la fecha de la redacción de este artículo, había bajado casi 45 kg en un año. Acude a su médico con regularidad para chequeos y motivación.
“Mi médico es de la vieja escuela, muy severo y uno con el que realmente no te quieres topar. Su vigilancia de mi baja de peso me ha ayudado muchísimo pues me mantiene motivado y sabiendo que tengo que permanecer así. Su plan también es el único que me ha funcionado a largo plazo”, dice Ray.
No hay soluciones sencillas
La dieta que le ha funcionado a Ray no necesariamente es eficaz para todos, comenta el Dr. Kahan, quien añade que los médicos han de recordar tres cosas al aconsejar a pacientes sobre dietas:
- No hay estudios que demuestren que alguna dieta sea mejor que otra.
- Las dietas funcionan de manera diferente para las personas y dependen de diversos factores individuales.
- No hay pruebas para determinar de antemano cuál dieta funcionará mejor para un paciente.
Es importante efectuar una anamnesis detallada y comprender los hábitos del paciente y su relación con el alimento y el peso antes de decidir cualquier curso de tratamiento, indica la Dra. Stanford. Los médicos nunca deberían prescribir una dieta o un cambio de hábitos que un paciente no podrá o no estará dispuesto a seguir el resto de su vida, dice, pues adoptar y abandonar dietas da lugar a ciclos de cambio de peso y, finalmente, más aumento de peso. Muchos pacientes no comprenden que la reducción de peso permanente exige un compromiso de por vida.
Desde luego, la dieta y el ejercicio no son las únicas opciones. La US Food and Drug Administration ha aprobado cinco fármacos de prescripción para tratar la obesidad al reducir el apetito o hacer que los pacientes se sientan satisfechos con menos comida.
La Dra. Stanford añade que ella primero intenta modificaciones de los hábitos, como mejor dieta y ejercicio, pero prescribirá medicación a pacientes que tienen un índice de masa corporal (IMC) de 27 kg/m2 o más con trastornos relacionados con la obesidad, como hipertensión arterial, diabetes de tipo 2 o apnea obstructiva del sueño. Quienes tienen una buena respuesta a los fármacos pueden reducir 5% a 10% de su peso corporal.
Sin embargo, hay datos de que los médicos no están prescribiendo lo suficiente estos fármacos. Un estudio reciente mostró que solo 1,3% de los pacientes elegibles recibían una prescripción de un fármaco para bajar de peso, y que menos de una cuarta parte de los médicos que prescribían representaban cerca de 90% de todas las prescripciones.[4] Los autores dijeron que podía haber una serie de causas, tales como falta de experiencia de los médicos con los fármacos, falta de cobertura del seguro y el prejuicio de que la obesidad es principalmente un problema de conducta que debería tratarse con medidas conductuales.
La opción quirúrgica
Jeanine Sherman por años había estado tratando de bajar de peso a través de dieta y ejercicio sin ayuda médica cuando finalmente pidió a su médico que le prescribiera medicación antiobesidad. La sorprendió al recomendarle en cambio cirugía bariátrica.
Ella investigó y encontró lo que describe como un estigma en contra del procedimiento. Le tomó 3 años y bajar casi 14 kg más antes que se decidiera a someterse a la operación en 2017. Ahora pesa aproximadamente 65 kg, muy por debajo de su máximo de 119 kg, y es una destacada defensora de la cirugía bariátrica.
La ama de casa de 47 años de St. Charles, Michigan, adoptó el nombre de usuario de Twitter iamabariatricpatient (@JeanineMSherman) y comenzó a propagar el mensaje sobre el procedimiento, que según dice, está infrautilizado. En 2018 comenzó a asistir a conferencias para pacientes y ha recibido apoyo económico de una compañía de suplementos.
“Cuantas más personas podamos incorporar, más se escucharán nuestras voces y haremos una diferencia”, dice.
Se ha demostrado que la cirugía bariátrica es eficaz para lograr una gran reducción de peso y mejorar muchos problemas de salud relacionados con el peso corporal. En general se considera para aquellos con obesidad grave (IMC ≥ 40 kg/m2) que no han podido lograr un peso sano con modificación de hábitos o medicación antiobesidad, o para aquellos con obesidad moderada (IMC ≥ 27 kg/m2) con trastornos relacionados con obesidad.
Se debe prescribir el tratamiento quirúrgico en más casos, incluyendo niños, destaca la Dra. Stanford. De hecho, la American Academy of Pediatrics en 2019 recomendó la cirugía bariátrica como un tratamiento seguro y eficaz.[5]
La importancia del apoyo
Las personas han tenido más éxito para bajar de peso y mantenerlo reducido cuando otras las han alentado, sea a través de un grupo de apoyo para bajar de peso o alistando a otros en su camino hacia la reducción de peso. Las reuniones pueden ser en persona o en línea.[6]
Ray experimentó primero el lado desagradable de los medios sociales.
Antes que bajara de peso, publicaba sus videos en YouTube sobre el fútbol universitario y sus detractores se burlaban de él por su peso. Deprimido, abandonó los medios sociales durante 6 meses, pero más tarde utilizó estos ataques para alentar su determinación.
“Nadie pensó que alguna vez bajaría de peso”, dice. Ahora, bajo el nombre de usuario en Twitter de @StevenRay30 y en su página de Facebook, todavía opina sobre el fútbol universitario, pero también actualiza sus progresos en la reducción de peso para un auditorio que en gran parte lo apoya, incluidos algunos de los que antes lo habían acosado.
“He aprendido mucho sobre mí mismo. Tengo una increíble determinación y fuerza de voluntad para hacer lo que quiero. Mi confianza ha aumentado bastante”, añade Ray.
Antes de bajar de peso, el ceto-seguidor Goman estaba en Instagram “disfrutando de mi vida como un tipo gordo”, posando sin camiseta y con abundantes porciones de comida. Dice que se percató de que lo que buscaba era validación de su obesidad.
Ahora, con el nombre de usuario de Instagram @gormy_goes_keto publica fotos de antes y después. Incluso comenzó un pódcast Fat Guy Forum, en el cual comparte historias de reducción de peso de otros y motiva a las personas a bajar de peso.
“Para mí, los medios sociales han sido una forma de enterarme de otras personas que estaban en mi situación y una manera de tenderles la mano y ayudarlas”, dice Gorman.
Hablar con los pacientes es la primera dificultad
El tratamiento comienza con una charla, pero incluso abordar el tema de la obesidad con los pacientes puede ser difícil. El Dr. Kahan dice que muchos médicos adoptan un enfoque de mano dura, sermoneando a los pacientes y utilizando tácticas atemorizantes o avergonzándolos.
“Esto arruina la relación médico-paciente. Los pacientes no quieren ver al médico porque no han bajado de peso o no quieren que se les diga que bajen de peso”, agrega.
Más bien, un médico debería pedir permiso a un paciente para conversar sobre la obesidad y respetar su autoridad si se rehúsa, dice el Dr. Kahan, independientemente de su grado de obesidad. Si un paciente está de acuerdo, el médico ha de proceder con gentileza, comentando las complicaciones de la obesidad y por qué podría querer bajar de peso.
La Dra. Stanford recomienda un enfoque más agresivo, aun cuando el paciente no quiera charlar sobre esto.
“Creo que somos un poco tímidos. Yo no pido permiso para charlar sobre la diabetes, la hipertensión arterial o las cardiopatías. Deberíamos tratar la obesidad como tratamos cualquier otra enfermedad crónica”, agrega.
¿Qué hacercuando un paciente pide ayuda para bajar de peso?
Los médicos deben ser comprensivos y brindar apoyo, poner en claro que su intención es ayudar, dice el Dr. Kahan, y añade que los médicos que no confían en su capacidad para tratar la obesidad pueden educarse a sí mismos. Los médicos que piensan que un paciente requiere tratamiento por un especialista pueden encontrar uno en el sitio web de la American Board of Obesity Medicine, que enumera más de 3.000 especialistas por lugar.
La reducción extrema de peso es difícil y raras veces se logra en el primer intento. Los fracasos y retrocesos son comunes.[7]
Es un error tratar de bajar de peso simplemente como una cuestión de fuerza de voluntad o deseo, comenta la Dra. Stanford; la obesidad se debe a muchos factores, como entorno, salud mental y características biológicas de un individuo. “Está mucho más fuera de nuestro control de lo que pensamos”.
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Citar este artículo: Reducción extrema de peso: los pacientes pierden bastante peso – Medscape – 3 de marzo de 2020.