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#Demuestran la implicación de la #glucosa en el #crecimiento de las células tumorales

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Investigadores del Idibell y la UB han dado un importante paso adelante en el conocimiento del mecanismo molecular que reprograma la célula en el proceso de tumorigénesis.

A. Tauler, E. Almacellas y C. Mauvezin, miembros del equipo de investigación.

Los tumores, para crecer y proliferar, realizan un gran gasto energético. Las células cancerosas son, de hecho, adictas al principal combustible del metabolismo celular, la glucosa. La maquinaria molecular que degrada este azúcar para obtener energía (las llamadas enzimas glucolíticas) está sobreexpresada en células tumorales. Pero esta no es la única característica que diferencia el metabolismo de las células tumorales del de las normales. En efecto, la tumorigénesis implica grandes cambios metabólicos en las células, englobados bajo el concepto de reprogramación metabólica.

El equipo de investigación del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell) y del Campus de Bellvitge de la Universidad de Barcelona (UB) ha dado un importante paso adelante en el conocimiento del mecanismo molecular que reprograma la célula en el proceso de tumorigénesis. El trabajo, publicado en la revista iScience, descifra la vía a través de la cual la glucosa potencia el crecimiento celular.

División celular

Para poder dividirse, las células deben crecer y alcanzar un tamaño crítico. Promoviendo procesos biosintéticos -como la producción de proteínas y lípidos-, duplicando el material genético y suprimiendo vías de degradación de las biomoléculas, las células se preparan para proliferar. Estos procesos son regulados por una proteína clave: la llamada mTOR, que desempeña un papel nodal en la reprogramación metabólica.

El equipo de investigación, liderado Albert Tauler, miembro también de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Salud de la UB, ha demostrado de qué forma se acopla, molecularmente, la disponibilidad de los nutrientes que deben permitir el crecimiento celular, y las señales genéticas, como es el caso del oncogen E2F1, que promueven la división descontrolada de la célula tumoral. Un mecanismo que mantiene mTOR en el centro de la reprogramación.

Interacción activadora

En concreto, el trabajo describe la interacción activadora de dos enzimas glucolíticas (la PFKFB3 y la PFK1) con el complejo mTOR, que confluyen en la superficie de unos orgánulos celulares llamados lisosomas. Los lisosomas son orgánulos recubiertos por una membrana, que contienen una gran cantidad de enzimas capaces de degradar las macromoléculas. La translocación de mTOR en la superficie de los lisosomas, imprescindible para su activación y función, está activada por la actividad de estos dos enzimas glucolíticas, una vez han sido reclutadas, también, a la membrana de los lisosomas.

Los resultados recientemente publicados demuestran, pues, que la PFKFB3 y la PFK1 son el nexo entre la disponibilidad de glucosa y la activación de mTOR. Asimismo, evidencian la importancia de los lisosomas como plataformas de señalización esenciales para la regulación de la reprogramación metabólica, inherente a la tumorigénesis.

mTOR ya es, actualmente, una diana terapéutica para combatir el cáncer. La relevancia del estudio publicado radica en la descripción de una nueva vía de regulación de esta proteína que permitirá explorar nuevos abordajes terapéuticos de una de las enfermedades con mayor impacto en la sociedad actual.

La glucosa y la presión arterial alta son predictores del síndrome metabólico (PLoS ONE)

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Los componentes relacionados con la obesidad y la dislipidemia, aunque esenciales para el desarrollo del síndrome metabólico, aparecen después.

Los componentes relacionados con el metabolismo de la glucosa y la presión arterial alta, cuando aparecen tempranamente, actúan como biomarcadores para predecir el síndrome metabólico, según se ha demostrado en un estudio realizado por investigadores del Centro de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) en la Universitat de Girona, con el objetivo de estudiar la dinámica del síndrome metabólico y de sus componentes, y publicado recientemente en la revista “PLoS ONE”.

Otra de las conclusiones es que, a pesar de que se ha producido un aumento significativo de la prevalencia de la obesidad que ha coincidido con un considerable aumento de la prevalencia del síndrome metabólico, en el estudio se ha evidenciado que los componentes relacionados con la obesidad y la dislipidemia, aunque esenciales para el desarrollo del síndrome metabólico, aparecen después.

El estudio de la dinámica del síndrome metabólico y de sus componentes, como el orden de aparición, o el tiempo de exposición a los mismos era desconocida hasta el momento, por lo que este estudio “podía ser clínicamente relevante”. Para él se ha utilizado una cohorte retrospectiva con un seguimiento de 7 años (entre el 1 de enero de 2005 y el 31 de diciembre de 2012) compuesta por más de 13.000 sujetos de la población general, residentes en una comarca, predominantemente rural o semiurbana, de la provincia de Girona.

Así, el síndrome metabólico se define como la co-ocurrencia de varios factores de riesgo cardiovascular en un sujeto, y se considera que una persona padece esta enfermedad si, al menos, presenta tres de los siguientes factores: obesidad abdominal; alteración de la glucosa o diagnóstico de diabetes mellitus tipo 2; presión arterial alta o diagnóstico de hipertensión; bajos niveles de colesterol HDL y; hipertigliceridemia (estos dos últimos definen la dislipemia).

Sin embargo, ni el síndrome metabólico ni sus componentes son estáticos, ya que pueden ocurrir y dejar de hacerlo como consecuencia de su control durante el período de seguimiento de un paciente, incluso en más de una ocasión.

Por ello, los investigadores recomiendan al personal sanitario “hacer todos los esfuerzos” para identificar a los individuos que presenten la combinación hiperglucemia y presión arterial alta, en riesgo muy alto de desarrollar un episodio de síndrome metabólico, a los que se ha de proporcionar un tratamiento adecuado en las primeras etapas de la enfermedad.

La exposición a la contaminación del aire puede aumentar el riesgo de enfermedades del corazón (J Clin Endocrinol Metab)

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A más polución, más glucosa, colesterol y grasa en sangre.

A más polución, más glucosa, colesterol y grasa en sangre.

La exposición a la contaminación del aire puede empeorar los niveles de azúcar en la sangre, el colesterol y otros factores de riesgo para enfermedades del corazón, sobre todo en las personas con diabetes, según concluye un nuevo estudio publicado en “Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism”.

Los trastornos cardiovasculares y de lípidos son la principal causa de muerte en Estados Unidos, según el ‘Informe de datos y cifras Endocrino’ de la Endocrine Society. A partir de 2011, el costo total de las enfermedades cardiovasculares en todo el país fue de 320.100 millones de dólares. El total incluye costes directos del tratamiento, así como costes indirectos y pérdida de productividad.

Niveles poco saludables de colesterol y exceso de glucosa en el torrente sanguíneo pueden poner a una persona en mayor riesgo de desarrollar enfermedades del corazón.

“Aunque la contaminación del aire está relacionada con cambios relativamente pequeños en los factores de riesgo cardiometabólico, el carácter continuo de la exposición y el número de personas afectadas es motivo de preocupación –dice el autor principal del estudio, Víctor Novack, del Soroka Clinical Research Center. Incluso pequeños cambios en los niveles de glucosa y el control glucémico pueden contribuir a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular”.

El estudio de cohorte retrospectivo basado en la población examinó los efectos de la exposición a la contaminación del aire en 73.117 adultos que viven en el sur de Israel, donde los niveles de material particulado pueden aumentar debido a su ubicación en el cinturón de polvo global. Para evaluar la contaminación del aire, los autores utilizaron datos diarios de satélites sobre la cantidad de luz del sol bloqueada por partículas en el aire, una medida llamada profundidad óptica de aerosoles.

Mediante el examen de éste y otros datos meteorológicos, los científicos desarrollaron un modelo que les permitió estimar la exposición a la contaminación del aire diaria para cada participante del estudio utilizando su dirección.

Los investigadores analizaron los resultados de más de 600.000 muestras de sangre tomadas de los sujetos del estudio, que estaban asegurados por los Servicios de Salud CLALIT entre 2003 y 2012. Todos las personas que participaron en el análisis eran fumadores o fueron diagnosticados con diabetes, enfermedad cardiaca isquémica, hipertensión o dislipidemia, que se produce cuando los niveles de grasas en la sangre son demasiado altos o bajos.

El estudio encontró que los participantes tendían a presentar niveles más altos de azúcar en sangre y un perfil de colesterol más pobre cuando fueron expuestos a niveles medios más altos de partículas en el aire en los tres meses precedentes en comparación con los expuestos a niveles más bajos de contaminantes del aire.

La exposición a material particulado se asoció con incrementos de la glucosa en la sangre, los niveles de colesterol LDL y triglicéridos o grasas en la sangre. La exposición a partículas en suspensión también se relacionó con niveles más bajos de HDL, o colesterol “bueno”.

Las asociaciones fueron más fuertes para las personas con diabetes. Sin embargo, aquellos que estaban tomando medicamentos distintos de la insulina para tratar la diabetes experimentaron un efecto protector, experimentando cambios más pequeños en el azúcar en la sangre y en los niveles de colesterol tras la exposición a la contaminación del aire.

A pesar de que la contaminación del aire no tuvo un efecto inmediato en los resultados de las pruebas de sangre tomadas tan sólo siete días tras la exposición, los investigadores detectaron que la exposición acumulada a lo largo de tres meses estaba ligada a factores de riesgo de enfermedad cardiovascular.

“Hemos encontrado una asociación entre la exposición a la contaminación del aire en el medio plazo y cambios indeseables en el colesterol”, dice el autor del estudio. “Esto sugiere que la exposición acumulativa a la contaminación del aire a lo largo de toda la vida podría conducir a un riesgo elevado de enfermedad cardiovascular”, añade

New OSA symptom identified in older women

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Nocturnal bedwetting may indicate obstructive sleep apnoea in post-menopausal women.

Nocturnal enuresis may indicate to clinicians that post-menopausal women suffer from obstructive sleep apnoea (OSA). This is the result of a study conducted by US researchers and published in “Menopause”.

Nocturnal bedwetting has already been associated with OSA in children. Researchers led by Patrick Koo from Alpert Medical School of Brown University (Providence, Rhode Island) sought to investigate if this was also the case in post-menopausal women.

For their study, they evaluated data collected for the Women’s Health Initiative between 1993 and 2005, involving more than 161,000 post-menopausal women. The researchers were able to review the prevalence of traditional OSA risk factors, such as obesity, snoring, poor sleep, interrupted sleep, etc. and their association with nocturnal enuresis. They found a wide range of possible additional factors, including the number of pregnancies, alcohol consumption, and numerous demographic and medical properties.

The study showed that the more traditional OSA risk factors a women had, the higher the likelihood of bedwetting. The risk was twice as high for a woman with two risk factors; for a woman with four factors, the risk was four times higher compared to that of a woman without any risk factors.

“We have shown that OSA risk factors are associated with nocturnal enuresis in postmenopausal women. When screening for OSA, clinicians may find it useful to inquire about nocturnal enuresis as a symptom”, said Koo.

La dieta mediterránea durante el embarazo favorece la salud futura del hijo

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Previniendo enfermedades como la diabetes del adulto o el desarrollo de patologías cardiovasculares.

Previniendo enfermedades como la diabetes del adulto o el desarrollo de patologías cardiovasculares.

El jefe del servicio de endocrinología y nutrición del Hospital Quirón Málaga, el Dr. José Manuel García Almeida recomienda llevar una dieta mediterránea durante y después del embarazo, ya que mejora la salud futura del bebé durante su desarrollo y crecimiento, y ayuda a prevenir enfermedades.

“Durante el embarazo y la lactancia las necesidades nutricionales de la mujer son mayores que en otros momentos. Por eso, la dieta debe suministrar todos los elementos necesarios para el desarrollo del feto y del bebé”, expone el especialista.

Según apunta el médico, investigaciones recientes señalan que “si la alimentación de la madre en el embarazo sigue un patrón mediterráneo los niños tendrán una mejor salud en su desarrollo y crecimiento, previniendo enfermedades como la diabetes del adulto o el desarrollo de patologías cardiovasculares”.

La dieta mediterránea está basada en una alimentación variada y equilibrada. Aporta fibra y antioxidantes que se encuentran en cultivos tradicionales como el pan, cereales, aceite de oliva, hortalizas, fruta, frutos secos y legumbres. Pescado, aves de corral, productos lácteos y huevos que son una fuente de proteínas, y en menor medida carnes y grasas animales.

Durante el periodo pregestacional, según subraya el especialista, es recomendable tomar durante la segunda mitad del embarazo un extra calórico de entre 250 y 300 kcal; reforzar el aporte de calcio con un plus de lácteos porque el feto coge alrededor de 200 miligramos al día del aporte materno y aconseja empezar a tomar antes de concebirlo un aporte superior de ácido fólico ya que previene malformaciones. Para terminar, sugiere aumentar la ingesta de hierro y a su vez de vitamina C para facilitar su asimilación.

En el periodo de lactancia, el especialista recomienda aumentar más aun el aporte de calcio hasta los 700 gramos al día y 500 kcal más. También es necesario mantener una buena hidratación porque la formación de leche materna lo requiere y evitar el alcohol, el tabaco y otros productos perjudiciales para el bebé. Todas estas sugerencias y un estilo de vida mediterráneo favorecen tanto a la madre como al hijo.

Sin embargo, el Dr. García Almeida recuerda que las pautas deben ser evaluadas por ginecólogos, endocrinos y médicos de familia que estén haciendo un seguimiento de la embarazada. “El control de la alimentación, del tiroides, de la glucosa y del peso son las áreas principales de apoyo al seguimiento de la mujer embarazada y en período de lactancia”, concluye.