Charlotte Hardman

Un estatus socioeconómico más bajo, vinculado a la obesidad por angustia e ingesta de comida emocional

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Dirigirse a los comportamientos inadaptados de respuesta al estrés puede ser una forma de reducir la obesidad.

Una nueva investigación presentada en el 24th European Congress on Obesity (ECO2017) celebrado en Oporto (Portugal), muestra que un menor nivel socioeconómico se asocia con un mayor índice de masa corporal (IMC) a través de sus efectos sobre la angustia y la posterior alimentación emocional. El trabajo fue realizado por los Dres. Jade Stewart y Charlotte Hardman, del Departamento de Ciencias Psicológicas de la University of Liverpool, en Reino Unido, y colegas.

El estatus socioeconómico más bajo está fuertemente asociado con la obesidad; pero los mecanismos psicológicos subyacentes siguen estando poco claros. Según un modelo teórico reciente, la desventaja socioeconómica aumenta la angustia psicológica que, a su vez, promueve conductas de adaptación desadaptativas, como la alimentación emocional y, en última instancia, la obesidad.

Además, se cree que la resistencia –la capacidad de un individuo para hacer frente a factores de estrés y la recuperación– modera la asociación entre la desventaja socioeconómica y la angustia, proporcionando así un papel protector. El presente estudio buscó probar estas predicciones.

Un total de 150 adultos de entre 18 y 65 años de edad y de diversos estratos socioeconómicos informaron sobre sus ingresos y nivel de educación como indicadores de la situación socioeconómica. La angustia psicológica, el comer emocional y la resiliencia se evaluaron utilizando la Escala de Depresión, Ansiedad y Estrés, el Cuestionario de Comportamiento Alimentario Holandés y la Escala de Resiliencia Breve, respectivamente. También se les preguntó por su altura y peso para calcular el índice de masa corporal (IMC).

Como se predijo, los datos (ajustados por edad y sexo) indicaron un efecto indirecto significativo del estatus socioeconómico sobre el IMC a través de la angustia psicológica y el aumento de la alimentación emocional. Específicamente, el estatus socioeconómico más bajo se asoció con mayor angustia, mayor angustia se relacionó con mayor ingesta de comida emocional y comer más emocionalmente se relacionó con más IMC.

Un aumento de 1 punto en la escala de alimentación emocional (escala 1-5) se asoció con un aumento del IMC de 1,9 kg/m2. El IMC medio en el punto más bajo de la escala de alimentación emocional fue de 23,3 kg/m2, mientras en el el punto más alto fue de 30,9 kg/m2. Sin embargo, contrariamente a la predicción, no se encontró resiliencia que moderara este efecto.

Los autores concluyen: “Estos hallazgos proporcionan una novedosa visión de la relación entre el estatus socioeconómico y la obesidad”. A su juicio, dirigirse a estos comportamientos inadaptados de respuesta al estrés puede ser una forma de reducir la obesidad en las poblaciones de bajos ingresos. Y añaden: “Una forma de hacer esto sería enseñar a la gente a implementar estrategias de afrontamiento más positivas cuando están en un estado de angustia, por ejemplo, dar un paseo en lugar de comer chocolate”.